Venezuela en la
actualidad, vive una crisis económica, que se manifiesta principalmente por la escasez
de alimentos, puesto que el nacimiento del rentismo petrolero causo un gran descuido durante décadas del
sector agrícola nacional. Durante los últimos años Venezuela vivió un gran
periodo de bonanza petrolera, ya que su
demanda internacional estaba en su mayor apogeo; Con la caída del barril de
petróleo, y una política de subsidios exacerbada, que genera la falta de
divisas para la importación de productos, especialmente de la cesta básica,
hacen necesaria una reforma económica que constituya una verdadera solución a
los problemas que día a día tienden a sufrir los venezolanos para el acceso a
sus bienes más fundamentales, entre estos, los alimentos y productos de aseo personal.

Para la época, los gobiernos de Luis Herrera
Campins y Jaime Lusinchi, implementaron políticas para contrarrestar la
inflación, tales como los controles de cambio, y los controles de precios,
medidas que generaron corrupción administrativa y mercados negros de divisas y
bienes, circunstancias parecidas a las actuales, donde el gobierno nacional tiene
una gama de precios por dólar, incluyendo el preferencial, y paralelamente a
este, subsiste el mercado negro de divisas con un precio muy diferencial al
mismo; Encontramos también, un mercado
de bienes de la canasta básica a un precio muy bajo, por el control de precios,
pero que se comercializa a un alto costo en las calles, mediante comerciantes
informales, llamados coloquialmente como “bachaqueros”
Una vez que Carlos Andrés
Pérez asume el poder, haciéndose valer de un discurso populista, que apelaba a
la justicia social, traiciona la confianza de los venezolanos, puesto que
implementa medidas macroeconómicas conocidas como el famoso “paquete económico”
para la liberación de la economía. Estas medidas, que se asimilan mucho a las
que proponen algunos actores de la vida nacional, las cuales solo quedan en
palabras, puesto que el precedente del caracazo les genera temor, y no solo a
lo que representa un estallido social, sino el costo político negativo que les
cobrarían unas elecciones en Venezuela, con un sistema democrático, donde el populismo,
es un arma muy utilizada en la actualidad por los partidos políticos.
La falta de
planificación de políticas económicas, la falta de soberanía económica y
alimentaria, por el abandono del sector productivo nacional, y la progresiva
caída del petróleo, mantiene a Venezuela atrapada en un callejón sin salida. El
tomar estas medidas o el seguir soportando la escasez, podría representar el
tirar del gatillo nuevamente a una rebelión popular, dado que los dos supuestos
tienen un impacto negativo en la realidad social del venezolano. Además de esto
Venezuela no está preparada para la contención de un nuevo caracazo, ya que si
se aplica la fuerza desmedida del aparato coactivo del Estado, otra vez nuestra
historia tendrá una mancha de sangre que conmemorar, y nuevas víctimas que
lamentar.
En mi muy humilde
opinión, el gobierno nacional debe centrar sus fuerzas en las áreas en que se
tiene una verdadera ventaja, es el caso de la minería, turismo, explotación
agrícola y pesquera, entre otras; Y además luchar, de manera efectiva, contra
los que se dedican a la explotación ilícita de dichos recurso. Tomar eficientemente
dichas áreas, a mi modo de ver, es un camino necesario para afrontar esta
coyuntura económica, mediante la diversificación.
Considerando de igual
manera, que se debe construir una política de planificación efectiva, para que
estos fenómenos económicos no se repitan, o al menos se tengan mecanismos
accesorios para saber conllevarlos, y no se
condene nuevamente a los venezolanos, a situaciones tan desagradables,
como las que se viven actualmente, y mucho menos, repetir la misma receta de un
estallido social como el del 27 de febrero de 1989.
Eduardo
Samuel Gutierrez Zanella
Estudiante de Derecho UCV
eduardogutierrez-200@hotmail.com